Sahara, guerra entre la indiferencia de los estados


Marruecos desaloja el campamento de Gdem Izik asentado en territorio saharaui como forma de presión para la autodeterminación del territorio. Las fuerzas de Rabat asedian el campamento y la batalla se salda, según el Gobierno marroquí, con cinco policías y un saharaui muerto. La comunidad internacional no condena el ataque.

El conflicto entre Marruecos y el Sahara ha saltado a la palestra informativa, como viene siendo habitual, por los desagraciados incidentes ocurridos. El ejército marroquí ha desmantelado el campamento de Gdem Izik, también denominado, ‘Campamento Dignidad’, donde unos 20.000 saharauis reclamaban el cumplimiento de derechos básicos como la vivienda, la salud o el trabajo. 


Según los principales medios, el ejército marroquí inició un asalto al campamento por la fuerza, obligando a su desalojo obligatorio. Rápidamente, las reacciones se desencadenaron en El Aaiún, capital del Sáhara occidental. Los enfrentamientos entre los saharauis y las fuerzas marroquíes se prolongaron durante casi toda la noche de ayer y se saldaron con un balance de víctimas difuso. El Gobierno de Rabat habla de seis fallecidos – cinco policías y un saharaui- y decenas de heridas mientras que el Frente Polisario, el movimiento independentista del Sahara, habla de 11 muertos saharauis, 723 heridos y 159 desaparecidos.



Tras 35 años de conflictos en la zona, el desalojo del campamento no es casual. Marruecos lo ha ordenado coincidiendo con unas negociaciones informales que se iban a producir en Nueva York entre representantes de Rabat y del Frente Polisario para avanzar en el diálogo sobre el conflicto. Los incidentes no han hecho más que recrudecer las posturas y constreñir las conversaciones a los acontecimientos que se van sucediendo. De hecho, el ministro de Exteriores saharaui, Mohamed Uld Salek, había asegurado horas antes que las negociaciones con Marruecos "no pueden avanzar en circunstancias tan graves”. La reunión se ha producido pero es previsible que no habrá conclusiones que permitan avanzar en el conflicto. 

Sin embargo, es alarmante la reacción de la comunidad internacional. Ni la Unión Europea, ni Estados Unidos y, sólo y tibiamente la ONU, ha lamentado los hechos. El portavoz de la ONU, Martin Nesirky ha dicho que es especialmente desafortunado que los incidentes ocurran en este momento y ha abogado por la contención en ambos bandos. La ministra de Exteriores de España, Trinidad Jiménez, también se ha mostrado excesivamente cauta en sus declaraciones y evitó una valoración de los hechos aludiendo a la “confusión de lo ocurrido”.

Pero, ¿por qué tantas cautelas cuando ha habido víctimas por ambos bandos? Según los estados porque no se conoce con seguridad qué ha ocurrido, entre otras cosas, porque Marruecos no permite el paso a la prensa. Pero, en términos históricos, no es nuevo el trato de favor que la comunidad internacional mantiene hacia Marruecos. Principalmente, con Francia y Estados Unidos, dos de las principales potencias en la Unión Europea y la ONU. 

Son muchos los intereses que mantienen los estados con Marruecos, lo que parece haber impedido una condena formal y una intervención en el asunto. En primer lugar se sitúan los económicos. Francia y Estados Unidos poseen un alto interés en los fosfatos marroquíes y las reservas de petróleo que existen bajo el territorio del Sahara. De hecho, a finales de 2001, Marruecos otorgó permisos de exploración a dos compañías, la francesa ‘Total Fina Elf’ y la norteamericana ‘Kerr McGee’ para que iniciaran los trabajos en territorio saharaui, que abandonarían posteriormente después de cartografiar los recursos y vender los mapas a otra compañía estadounidense, Kosmos Energy, que manifestó su intención de construir un pozo petrolífero en terreno del Sahara. Aparte de esto, la costa saharaui tiene un importante caladero que sirve de materia prima para barcos de muchos estados, entre ellos, los de las dos potencias. 

Pero también existen intereses geoestratégicos. La alianza entre el reino de Mohamed VI y Estados Unidos y Francia convierte a Marruecos un buen contenedor de las expansiones fundamentalistas islámicas hacia Occidente y en un privilegiado aliado de las dos potencias en un territorio estratégico. 

Por su parte, España mantiene multitud de intereses con Marruecos entre los que destacan los acuerdos de pesca, las fronteras de Ceuta y Melilla y la inmigración. España fue el que, literalmente, entregó el Sahara a Marruecos y Mauritania y, posteriormente, siempre ha actuado con mucha prudencia y sin inmiscuirse demasiado en los asuntos que afectaban al territorio. Ahora tampoco lo hace a sabiendas de que un empeoramiento de las relaciones con el reino alaulí provocaría un aumento de la crispación social en las ciudades autónomas, una postura más radical en relación con la pesca y podría acarrear un aumento de inmigrantes indocumentados. 

A tenor de los datos, la Historia muestra que el Sahara nunca ha interesado a la comunidad internacional, salvo por sus recursos. La ONU tiene desplegada la misión Minurso en el territorio para intentar apaciguar los ánimos. Además, sus resoluciones (muchas no vinculantes) no han sido respetadas por Marruecos porque siempre ha contado con el respaldo de Estados Unidos y Francia, dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Ahora, la situación se repite y las reacciones parecen no variar. México ha iniciado conversaciones para que el Consejo de Seguridad lleve a cabo una investigación sobre lo que está sucediendo, pero es presumible que no supondrá ninguna acción por parte del organismo. Ante todo esto, ¿es descabellado el levantamiento saharaui?



Fuentes:

El País 1 y 2

Público

Europa Press

Cadena SER

La República.es

La clase.info

Gara


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