La estrategia de Zapatero para evitar su descalabro


Los cambios que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha realizado en su gabinete tienen una doble lectura. El sector más progresista los considera necesarios y positivos para afrontar la última parte de la Legislatura. Según la oposición, los cambios obedecen a peticiones suyas aunque consideran que no conseguirán cambiar la situación económica.

El pasado miércoles, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero tenía previsto nombrar al nuevo ministro de Trabajo después de que Celestino Corbacho anunciara su presencia en las listas del Partido Socialista de Cataluña para las próximas elecciones autonómicas. Días antes, Zapatero había afirmado que el cambio se realizaría única y exclusivamente en Trabajo, comentario que quedó desmentido cuando se comprobó que el presidente remodeló medio Gobierno.

El presidente anunció cambios en siete ministerios. El más importante es en nombramiento de Alfredo Pérez Rubalcaba como vicepresidente primero y portavoz del Gobierno. Después de que muchas voces apuntaran a Rubalcaba como sustito de Zapatero en las próximas elecciones, el presidente del Gobierno ha querido mantener cerca a uno de los baluartes socialistas más importantes en este momento.

Los últimos sondeos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y las encuestas de ‘Metroscopia’ lo califican como el político del PSOE mejor valorado, muy por encima de Zapatero. De este modo, el jefe del Ejecutivo ha colocado estratégicamente a Rubalcaba en la cartera más importante para dar un fuerte impulso a su partido que sale claramente perdedor según las últimas encuestas en intención de voto. Habrá que ver si las circunstancias actuales, en lugar de impulsar al Gobierno, no lastran a Pérez Rubalcaba como hicieron con Mª Teresa Fernández de la Vega

En Trabajo, el sustituto de Corbacho ha sido Valeriano Gómez, un hombre afín a UGT que se caracteriza por su capacidad de diálogo. Zapatero ha buscado, en esta ocasión, más que un ministro brillante, una persona que pueda apaciguar los ánimos de sindicatos ante la difícil situación económica.

El ministro de Presidencia es Ramón Jaúregui, socialista vasco diputado en el Parlamento Europeo desde 2006. Se trata de un hombre importante del partido que alcanza por primera vez un puesto de ministro. Su cartera se ha desligado del vicepresidente primero porque Rubalcaba conserva también el ministerio de Interior.

Miguel Ángel Moratinos sale del ministerio de Exteriores después de seis años. En su lugar, estará la hasta ahora ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, una mujer con experiencia en el ámbito internacional. Ha sido responsable de América Latina en la Secretaría de Relaciones Internacionales y secretaria de Estado para Iberoamérica.

En el ministerio de Sanidad entra Leire Pajín, la hasta ahora secretaria de organización del PSOE. Se trata de otra apuesta personal de Zapatero, en este caso, para rejuvenecer el Gobierno.

Elena Espinosa también deja el ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino para dejar paso a Rosa Aguilar. La carrera política de Aguilar ha sido fulminante en estos últimos dos años. Entre 1999 y 2009 fue alcaldesa de Izquierda Unida en Córdoba. El pasado año dio un salto al cambiar de partido y acceder a la Consejería de Obras Públicas y Vivienda de la Junta de Andalucía. Un año y medio después, el presidente del Gobierno requiere sus servicios en Moncloa.

A esto cambios se suman la eliminación de los ministerios de Vivienda (integrado en Fomento) e Igualdad (que pasa a ser competencia de Sanidad y Política Social), dos carteras muy criticadas por el Partido Popular que han solicitado su eliminación desde comienzos de la crisis económica.

Un nuevo gabinete – el tercero desde que Zapatero fue reelegido en 2008- con el que el jefe del Ejecutivo pretende “ganar impulso y en capacidad de comunicación” ante el varapalo que, según todas las encuestas, sufrirá el PSOE en las próximas elecciones. Unos cambios que han sido bien recibidos desde múltiples sectores. Incluso la oposición, en un descuido, elogió el peso político que había adquirido el nuevo gabinete.

Son dos los grandes frentes que tendrá que afrontar el Gobierno. Por un lado, el prioritario, salir de la crisis económica. Quizás el más difícil y cuyas soluciones exigen un mayor desgaste (en los dos cambios de gobierno anteriores han salido los ministros de Trabajo).

El otro tema, acabar con ETA. Aunque, ¿es realmente una prioridad teniendo en cuenta la escasa actividad de la banda en los últimos años o una cortina de humo lanzada para desviar la atención? Se abren nuevas perspectivas políticas en un claro cambio para remontar el vuelo de cara a las elecciones generales de 2012. ¿Podrá el PSOE resurgir como el Ave Fénix?

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