El reto de los payos


La Fundación Secretariado Gitano (FSG) advierte que más del 76 % de los alumnos de etnia gitana no acaba la Educación Secundaria. FSG llama a la concienciación de este colectivo con una campaña de sensibilización para reducir los niveles de fracaso escolar. Sin embargo, la campaña cojea de algunos de sus patas porque carece de una perspectiva integral que aborde esta situación en su complejidad.

Se acaban de conocer los datos de un estudio realizado por la Fundación Secretariado Gitano (FSG) donde se evidencia una situación durante mucho tiempo denunciada, el déficit educativo de la población gitana. Según este estudio, casi el 80% de los menores gitanos no acaban la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y, sólo el 24% de los que acaban Primaria, acceden a unos estudios superiores.

Como nota positiva, la "práctica totalidad" del alumnado gitano está escolarizado en la etapa Primaria y se ha reducido un 35% el índice de absentismo escolar desde 1994. No obstante, los niños de esta etnia siguen presentando niveles más bajos de presencia en la ESO que la media. Además, "el 68,4% del alumnado gitano en la ESO se encuentra en una situación de desfase curricular de más de dos años y un 65% ha repetido al menos un curso a lo largo de su escolarización", porcentaje que es mucho menor entre los payos, conforme recoge el estudio.

En cuanto al rendimiento, el estudio revela que un 62,5% de niños gitanos dedican una hora o menos para hacer los deberes cada día y sólo el 36% está en la media o por encima de la media de su clase. Esta situación se agrava en el caso de los varones, ya que cuatro de cada diez están por debajo del nivel de su curso y sólo tres de cada diez, consiguen aprobar todas las asignaturas.

Con los datos en la mano, la FSG ha iniciado la campaña “De mayor quiero ser...”, que tiene como objetivo sensibilizar a las familias gitanas y al alumnado de este colectivo sobre la importancia de la educación, así como llamar la atención de las administraciones públicas para que impulsen medidas que palien la situación de desventaja de la comunidad gitana.

La campaña intenta centrarse en los menores. Mediante una ‘foto-furgo’, una furgoneta convertida en estudio fotográfico que recorrerá los barrios con mayoría de población de gitana. Los niños podrán ver representado aquello en lo que se quieren convertir de mayor, una imagen que busca causar un imparto y que sirva de concienciación en las familias.

¿En qué falla este tipo de campañas?

Sin embargo, esta campaña, junto con otras de estilo similar, deja de lado algunos aspectos importantes en la vida de estas personas. El representante de la organización FSG, Humberto García, advirtió de que "hay muchos centros públicos que se están convirtiendo en colegios segregados de gitanos, inmigrantes y payos pobres", lo que, según él, dificulta la integración de estas personas y su desarrollo curricular.

Por tanto, un aspecto a mejorar es precisamente este. Los centros públicos son representaciones en miniatura de la sociedad y, desde aquí, ya comienzan a formarse guetos que después se extrapolan a la vida real. Por lo que debe intervenirse en los centros educativos.

Respecto al bajo nivel de calidad de la educación en los gitanos, es un dato que debe contextualizarse. Los expertos hablan de que la calidad en el aprendizaje de un menor está influido por sus circunstancias personales, entre las que se encuentran tres principales: económicas, familiares y sociales. Si existen deficiencias en alguna de estas situaciones, entra dentro de lo normal un déficit de atención o de calidad del aprendizaje.

La Fundación gitana habla de centrar las campañas en la educación. Pero esta educación no debe ser impuesta desde una visión paya, sino que debe mezclarse con la cultura gitana. Sólo comprendiendo los modos de vida y educando mediante los mismos códigos es posible concienciar de la importancia de la igualdad entre hombres y mujeres o de la enseñanza escolar.

Pero todo ello debe hacerse desde la perspectiva gitana, con y desde las familias gitanas, entendiendo sus circunstancias personales, familiares y sociales para actuar en consecuencia. Sin embargo, es una forma de trabajar aún poco extendida y se aleja de las intervenciones “políticas” que se mueven de cara a unos intereses que poca relación guardan con los gitanos. Por eso, el reto no pasa por que los gitanos se integren en la sociedad paya, sino que los payos cambien su visión etnocentrista de la vida. Todo un reto.


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